Historia de un asesinato
Por: Verónica Schennel
Después de asesinarte tomé una ducha, pero eso no sirvió para limpiar mi conciencia.
Aún escucho tus gritos, aún veo tu sangre en mis manos.
Si cierro los ojos veo tu rostro justo en el momento en el que tu alma se desprendió de tu cuerpo, dejándote inmóvil y con la mirada perdida
Pensé que acabando con tu vida aliviaría más la mía, pero definitivamente no soy una asesina.
Creí que terminaría contigo y con mi dolor, pero lo que conseguí fue terminar conmigo misma, con mi tranquilidad, con la poca inocencia que me quedaba.
Manché mi conciencia, me convertí en alguien como tú, ya no hay vuelta atrás.
En esta noche lluviosa, yo lloro y el cielo llora conmigo.
Referencia de las imagen:
Imagen principal: Foto de Jill Burrow
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