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lunes, 5 de junio de 2023

Artículo de la Semana

 

 

 El Lado Femenino en la expresión Creativa y la Espiritualidad

 


       AMMA: La Diosa de los Abrazos

Por Irma Ustáriz

 

Cuando observamos obras artísticas como el arte sacro y las diversas formas o expresiones creativas se evidencia una diferencia muy sutil cuando son obras realizadas por mujeres. Estas formas bien sean en cualquiera de sus géneros y dedicación a la religión y el servicio a la humanidad…

El arte es una conexión entre el corazón y la sensibilidad en la que se entra en un espacio interior en el cuerpo y alma son expresiones del espíritu en el que se accede a planos superiores.

Debido a que el trabajo espiritual y los desafíos de la psicología profunda o trascendental están interconectados de una misma realidad, la dimensión psicológica del arte y de la belleza. Más que referirse a la naturaleza intrínseca del ser espiritual y su entrega a una causa humana.

En la India es un país donde se conserva la tradición espiritual. A lo largo de su historia la cual ha conservado un sentido sacro en todas sus representaciones culturales la relación a través de las creencias religiosas, en el contexto de sus valores y creencias ha posibilitado el nacimiento de seres espirituales capaces de gestar experiencias de tipo trascendente.

Amma nació el 27 septiembre 1953 con el nombre de Sudhamani Idamannel en una familia de pescadores, en el pequeño pueblo de Parayakadavu (hoy en día prácticamente conocido como Amritapuri), cerca de Kollam, Kerala. Mostraba una gran devoción a Dios y siendo todavía una niña pequeña, ya permanecía a menudo absorta en profunda meditación, totalmente ajena al mundo. A la edad de cinco años, empezó a componer cantos devocionales dedicados a Krishna. Cuando tenía tan sólo nueve años, su madre enfermó, y toda la responsabilidad del trabajo de la casa recayó sobre ella. Tuvo que abandonar la escuela para cuidar de su hermano y hermanas, de sus padres y también se hizo cargo de la vaquería familiar. Aunque su trabajo diario acabara a media noche, Sudamina dedicaba el resto de la noche a meditar, cantar y rezar a Dios. Otra cualidad que se manifestaba claramente en Sudhamani desde temprana edad, era su amor y compasión hacia los otros seres humanos. En su vecindario escuchaba muchas historias de dolor y sufrimiento. Esto creó en Sudhamani un gran deseo de ayudar a las personas y hacía todo lo posible por aliviar el sufrimiento de sus vecinos.

Cuando Sudhamani alcanzó su adolescencia comenzó a experimentar frecuentes estados de éxtasis espiritual. A menudo danzaba y cantaba totalmente abstraída del mundo, en lo que se ha descrito como un estado de profunda unión mística con Dios. Los miembros de su familia y muchos de sus vecinos eran incapaces de comprender estos estados. Como su comportamiento no era el normal de una chica de su edad, empezaron a acosarla de múltiples maneras. Finalmente, fue forzada a abandonar su casa, a procurarse la vida por sus propios medios y a vivir a la intemperie.

Sudhamani decidió permanecer, durante muchos meses, inmersa en las más austeras y rigurosas prácticas espirituales. Se mantuvo totalmente indiferente a sus propias necesidades corporales, dejando a menudo de comer y dormir. Podía permanecer en samadhi (meditación profunda) durante interminables horas e incluso días, sin mostrar ningún signo de conciencia externa.

En sus propias palabras ha descrito esos estados como: "sonriendo, la Divina Madre se transformó en una masa de luz radiante y se fundió en mí. Mi mente floreció y fue bañada por multitud de tonalidades luminosas de la Divinidad". Llegó al convencimiento de que "nada es distinto de mi propio Ser sin forma, en el cual el Universo entero existe como una diminuta burbuja".

Tras estas experiencias, a la edad de 22 años, Amma inició la misión de extender su mensaje espiritual. Incontables personas acuden a ella para recibir sus bendiciones, y la casa donde nació ha quedado transformada en un ashram, pues Amma aceptó a un grupo de jóvenes discípulos que empezaron a vivir según las reglas del sanyasa (renunciantes), propias de la vida tradicional de los monjes de la India.

Amma da ejemplo con su vida y afirma: «Al contemplar en todo la Verdad o Brahman, me postro ante esta Verdad. Sirvo a cada uno, y en cada uno sólo veo el Ser». Ella acepta el advaita (la no-dualidad) como la verdad última; pero el camino que ella señala a la mayoría de sus devotos es una combinación armoniosa del mantra japa, meditación sobre una forma divina, canto devocional, archana (letanías), satsang y servicio desinteresado al mundo.

Aunque se la suele considerar una de las líderes espirituales más importantes de la India y uno de los referentes del hinduismo, Amma dice que su religión es el amor. Nunca le ha pedido a nadie que cambie de religión, sino que reflexione sobre los principios esenciales de su propia fe y trate de vivir según los mismos. Durante los últimos quince años Amma ha sido invitada con regularidad a hablar en los foros internacionales.

    "No veo si es un hombre o una mujer. No veo a nadie diferente a mi propio ser. Una corriente continua de amor fluye desde mí hacia toda la creación. Esa es mi naturaleza innata. La obligación del médico es tratar a los pacientes. Del mismo modo, mi obligación es consolar a los que sufren."

 

 


 

 

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