Muñequitas de Trapo

 

 

 

Por: Veronica Schennel

¡Que coquetas somos las mujeres! Nos encanta invertir tiempo y dinero en
nuestra apariencia para enamorar al hombre que queremos y conservar al que
ya tenemos.

Nuestro lema es: "Para ser bellas hay que ver estrellas", justificando con esa
frase los constantes cambios y sacrificios que hacemos para obtener un buen
físico. Constantes visitas a los gimnasios, salones de belleza y quirófanos para
realizarnos todo tipo de cirugías. Compramos ropa, zapatos, carteras, tintes
para el cabello, maquillaje y demás productos costosos.

Somos títeres de una sociedad que nos exige ser esposas, madres y amas de
casa. Somos esclavas de la moda que nos impone un estilo o una tendencia
siempre enfocándose en el aspecto físico sin importar la belleza interior. Somos
víctimas de nuestras propias creencias superficiales con respecto a una belleza
pasajera como si nos fuera a durar para siempre. Queremos disfrazar cualquier
imperfección, y con eso solo generamos frustraciones y complejos que nos
harán inconformes e inseguras, aferrándonos al lema: "No hay mujer fea, sino
mal arreglada" o como otros dicen por ahí: "No hay mujer fea, sino marido
tacaño".

Debemos aceptarnos y amarnos tal y como somos si esperamos que los
demás también nos acepten y nos amen con nuestras virtudes y defectos.

Nos torturamos nosotras mismas con dietas forzosas y altos tacones que nos
desgastan los pies, entre muchos otros sacrificios que realizamos. Muchas
veces nuestros esposos no valoran nuestros esfuerzos, y de todas maneras
terminan poniéndonos los cuernos, por lo que nos toca vivir bajo el lema:
"Móntame cachos pero no me dejes", ignorando cualquier infidelidad, para no
terminar viejas, feas y de paso solas.