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martes, 14 de mayo de 2024

Artículo de la Semana

 

 

 

 La Sociedad en Busca de Sentido

 


 Por: Irma Ustáriz

 

La familia como una de las bases principales de la sociedad ha sido el primer objetivo de la deconstrucción social de aquellos que pretenden imponer un nuevo orden mundial. Anteriores paradigmas que se sostenían en principios y valores sobre los que se fundamentó el concepto de núcleo familiar han ido desdibujándose. Otros factores como son el egoísmo y el individualismo. Se ha impuesto en este nuevo modelo de separación a través de obstáculos e infravaloración de lo humano conduciendo la desconexión de la otredad.

Nuestros orígenes tribales, ya no existen La familia como la organización social más     Una de las características más importantes que distinguen  al ser humano es el sentido de pertenencia a una agrupación en comunidad es de suma importancia para el desarrollo psicológico y social del individuo. Como el de las especies “inferiores”, que pueden conservar los rasgos inmanentes a su especie. Por ejemplo la progenie y  la estructura de supervivencia de las aves, los primates y animales salvajes que dedican gran parte de su desarrollo al cuidado de sus crías y a la conservación del clan (primates), para la conservación de su especie.

Actualmente, transitamos por una sociedad enfermiza que todavía no ha comprendido que hemos sido sometidos a la barbarie y la extinción en el Siglo XXI, se crearon una serie de barraras y obstáculos implantados en el cerebro para producir cambios en la mentalidad y comportamiento del individuo, como inducir una baja autoestima, baja empatía, compasión, la ignorancia, el egocentrismo y el narcisismo han sido cuidadosamente inducidos en la psique de las masas a través del poder mediatizado que en sus contradicciones, ahora cambia el slogan a “no tendrás nada y serás feliz”. El cual, no dista mucho de las religiones que fomentaban la creencia en sus seguidores de que “sólo los pobres entrarían al reino de los cielos”(…)

Estas contradicciones, han traído como consecuencia enfermedades neurológicas, personalidad al límite, infartos, aumento del cáncer, estrés oxidativo, insomnio y un sesgo cognitivo…La sociedad orientada hacia la acumulación de bienes materiales, la búsqueda de un modelo físico estandarizado y superficial a través de cambios corporales como las cirugías “estéticas”, a través de implantes y la eterna juventud promovida por las grandes corporaciones farmacéuticas al final no satisfacen a quienes pueden jugar con sus cuerpos ni la obtención de lujos materiales. Finalmente, después de haber probado todos esos recursos artificiales se sienten vacíos.

Posteriormente, comienza la fase de los trastornos emocionales que no pueden ser tratados con recursos artificiales. El vacío existencial, el individuo comienza a sentirse agotado, consumido por su propio ego se convierte en verdugo y víctima de sí mismo. La neurosis o hiperneurosis, son rasgos característicos de la sociedad del cansancio.

 "Byung-Chul Han, una de las voces filosóficas más innovadoras que ha surgido en Alemania recientemente, afirma en este inesperado best seller que la sociedad occidental está sufriendo un silencioso cambio de paradigma: el exceso de positividad está conduciendo a una sociedad del cansancio. Este cansancio restaura la dualidad, así uno ve y es visto, uno toca y es tocado. "Es ese cansancio que hace posible que uno se detenga y se demore. La aminorización del Yo se manifiesta como un aumento del mundo" (p. 74). Siguiendo a Handke, Han afirma que este primer tipo de cansancio es uno fundamental y posee la facultad especial de inspirar y dejar que el espíritu surja: "El cansancio permite al hombre un sosiego especial, un no-hacer sosegado" (p. 75). Como premio del cansancio, el cansado recibe un nuevo tipo de juventud: el asombro del mundo. "El cansancio profundo afloja la atadura de la identidad. Las cosas brillan, relucen y vibran en sus cantos. (...) Esta especial indiferencia les concede un aura de la cordialidad" (p. 76); por ello, el cansancio "hace posible la concepción de una comunidad que no precise pertenencia ni parentesco" (p. 76). Este tipo de cansancio es, pues, un cansancio de la potencia negativa, es un entretiempo, un tiempo de juego, un tiempo de paz; es decir, un tiempo para no hacer algo en específico; un tiempo para hacer nada. "El cansancio desarma" (Han: 78), el cansancio puede reunir; de ahí que Han, siguiendo todavía a Handke, afirme la posibilidad de una "inmanente religión del cansancio" (p. 78) en la que se suprime el aislamiento egológico y se funda una comunidad que prescinde de los parentescos. Parece sugerirse, no como imperativo, sino más bien como un bostezo contagioso entre quienes han terminado de trabajar, que sería reconfortante aprender a cansarnos juntos.

 

 

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